Si hay una emoción habitual en las relaciones de pareja ese son los celos. Durante siglos, como consecuencia del estereotipo del amor romántico.
Se ha considerado que si una persona no estaba algo celosa de su pareja es porque no la amaba lo suficiente, así que nadie se planteaba cómo controlar los celos..
Los hombres excusaban su necesidad de control en ese supuesto signo de amor y las mujeres lo utilizaban para esconder o justificar la manipulación a la que sometían a su pareja. ¿Mismo sentimiento expresado en distinta forma, dos emociones distintas?.
Hoy, está demostrado por infinidad de estudios que los celos en la pareja pueden desembocar en situaciones de control emocional muy peligrosas e incluso en violencia física.
Si no has llegado a ninguno de esos extremos pero sientes que los celos, los expreses o no, están amargándote la vida, hay algunas cosas que puedes hacer para controlarlos, antes de que lleguen a convertirse en un sentimiento destructivo.
Aprende a identificar la emoción: los celos son una mezcla de ira (se siente en la mandíbula y los hombros) y miedo (se siente en el estómago).
Averigua qué los causa: haber sufrido una pérdida o traición anterior, inseguridad personal, falta de autoestima, dependencia emocional, falta de confianza hacia la otra persona.
Intenta identificar los celos en otras personas que conoces. Será un buen ejercicio para darte cuenta, sin implicación personal, de los efectos que produce en la persona que los siente y en la pareja.
Si has presionado o acosado a tu pareja por los celos intenta ponerte en sus zapatos ¿Cómo te sentirías tú en esa situación?
Cuando hagas una escena de celos pide disculpas y no castigues a tu pareja con un enfado por algo que solo tiene que ver contigo (recuerda que los celos son celos si son infundados; si hay motivos estamos hablando de otra cosa).
Habla de tus celos con tu pareja cuando estés tranquila, explícale cómo te sientes y qué estás haciendo para cambiarlo.
No hagas responsable a la otra persona de tus celos. No son la responsabilidad de nadie que no seas tú, y descargar la “culpa” solo hace que vuelvan a repetirse y vayan a más. Evita las creencias generalizadoras como “nadie me quiere”, “todo me sale mal” que te llevan a infravalorarte y dudar de ti.